lunes, 7 de junio de 2010

Si habla de peces y es un pez, debe ser bueno.

Era un joven bastante normal, de caminar normal, de pensamiento normal, de rostro normal. Llevaba ropa ajustada y un gorro. Ropa a la moda y un particular gorro negro. Decidió robar un libro importante y se deshizo de él en cuanto tuvo oportunidad, desafortunadamente el libro pasó por muchas manos. ¿Quién te dijo que tenías razón? ¿cómo se te ocurrió esa estúpida idea? robar un libro es un crimen. Hablaba de lo correcto, creía que cada paso que daba era sobre la senda del bien y usó esto para justificar el robo. Cierto día interrumpió la conversación de dos muchachas, una de ellas sintió que el odio la invadía. La muchacha que sintió odio no conocía al joven que interrumpió su conversación, ella sabía su nombre y lo veía todos los días, pero no quería llegar a conocerlo, le desagradaba todo de él. La muchacha no creía posee la razón, no estaba ni cerca de actuar con sentido común, no estaba dentro de su lógica hacerlo, odiar estaba en su naturaleza. Una noche de borrachera obligada se encuentran porque recorren la misma calle en sentidos contrarios. Al momento de estar frente a frente ambos se detienen y se miran a los ojos, sostienen la mirada por algunos segundos. Maldito bastardo. Maldita psicópata. No tenían motivos para odiarse, sin embargo imaginaron razones y eso justificó sus insultos. El odio es difícil de olvidar.

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