sábado, 17 de julio de 2010

Los monstruos ya no son los de antes.

Paulita caminaba a su casa. Paulita vencía cada día su miedo al hombregato para llegar a su casa. Paulita tenía un grupo de amigos que también temían al hombregato.

La niebla se arrastraba a esas horas de la tarde, parecía una cortina gris que antecedía la aparición del temible hombregato. Los maullidos asustaban a cualquiera que caminara a esas horas por las estrechas calles del pueblo, ese molesto sonido que parecía venir de todos los lugares a la vez. Los niños corrían a sus casas porque escuchaban los pasos del hombregato, pasos que hacían que la tierra temblara. Algunos niños no regresaron jamás a sus casas, el hombregato los secuestró para comérselos. Cada vez que los niños salían a jugar, algunas calles más allá esperaba el hombregato a que algún niño decidiera irse solo a su casa. ¡Qué festín se dará esta noche!.

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