jueves, 10 de febrero de 2011

La nana de la cebolla

Duerme, duerme cebollita, que tu madre trabaja en la tierra mi cebollita -canta la mujer-. La niña pestañea pesadamente mientras su madre canta la nana de la cebolla, cada palabra que sigue de la canción la pronuncia en un tono más bajo, la niña se queda dormida pues el día ha sido extenuante, la madre sale silenciosamente de la habitación y le desea felices sueños a su pequeña princesa. La mujer va a la cocina, enciende la luz y dedica un minuto de su tiempo anudando el delatal rojo que adora. La cocina es un lugar agradable, limpio, ordenado; las cosas que ella necesita siempre están al alcance de sus delicados dedos blancos, cada elemento de la cocina y los cuchillos de filo brillante a la luz de la ampolleta en el centro del techo de la habitación. La mujer abre el refrigerador y saca rapidamente un contenedor de vidrio en que se retuerce un ser rosado. Ella observa fascinada porque el ingrediente es difícil de obtener fresco, jamás había visto uno vivo ¡qué maravilloso ingrediente! ¡que extraño!. La mujer hace un esfuerzo para dejar de mirar el raro ingrediente, comienza a  preparar cuidadosamente los implementos que utilizará, las ollas con agua caliente, los cuchillos tibios, los manteles blancos para secarlo en cuanto la cocción acabe y muera -ese momento tenso en el cual el sabor se fija en el diminuto cuerpo, el momento preciso para que el mejor sabor del mundo quede impregnado en cada trocito de ese exquisito manjar-.
Según la receta el primer paso es sostener cuidadosamente el ingrediente con los dedos índice y pulgar sobre una tabla de madera completamente seca, al tiempo con el dedo índice de la otra mano se masajea sobre la bifurcación inferior hasta que salga un líquido blanco -un líquido que provoca un amargor en el ingrediente si que se queda dentro de éste-. El segundo paso consiste en sacar la piel del ingrediente, se debe poner especial atención a los pliegues pues un movimiento brusco puede desprender una parte importante del cuerpo y significaría perder totalmente el sabor -¡todo un desperdicio!-. Un tercer paso consiste en sumergir el cuerpo en agua caliente, a baño maría, hasta que el líquido rojo que sale del cuerpo deje de teñir el agua.
Es un reconocido afrodisiaco, además del más exquisito ingrediente sobre la tierra, pero es conocido el hecho de que los hombrecillos escasean, quizás en unos cuantos años más, cuando su pequeña princesa cebolla crezca, todos ya se hayan extinguido. ¡Bon Appétit!.

No hay comentarios: