Noviembre/23:49. Una perra sentada, mis manos iban llenas, la
basura de día sábado es especialmente abundante. Una perra blanca sentada,
arrinconada por otros tres perros, tengo los nudillos fríos, me duelen las
manos, llevo un par de contenedores plásticos de olor avinagrado. Una perra
intentando ser montada por un perro negro, intenta hacer que la perra se
levante y así penetrarla, apuro el paso y cambio de acera, aquellas escenas no
deben distraerme de mis actividades nocturnas, no deben interponerse entre los
contenedores y yo. La perra se quejaba, se escuchaba su llanto lastimoso, di un
pequeño vistazo atrás y allí estaba el perro negro contorsionando sus caderas
al ritmo de la necesidad, miré adelante, la curiosidad ya me fastidió el
horario. La perra estaba resignada, el perro negro no alcanzó a acabar cuando otro
se estaba montando, eran tres y faltaba uno pequeño, bastante sucio, seguí
caminando hasta que no pude escuchar su llanto, mis manos estaban adormecidas,
iba atrasada, ya no recordaba de qué color eran sus pantalones.
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