martes, 31 de enero de 2012

Puedo escuchar la lluvia híbrida [Parte I]

Tenía una extraña manía con la castidad, ese asunto del placer cuando uno se ha negado a experimentarlo en mucho tiempo. No sabría explicarlo, era bastante extraño intentar explicarlo desde el sexo contrario, no más que idioteces diría al respecto, no vale la pena. 
Usó expresiones como "jugo de melón" y eso me causó una sonrisa hermosa, algo que se escapaba de mi interior como un pájaro que dejaba su silueta en mi rostro. Me recosté sobre el pasto, con mi vientre pegado a la tierra, mis brazos cruzados sosteniendo mi cabeza y una sombrilla filtrando los flojos rayos del sol de atardecer. Asentía porque podía creer que no le escuchaba. Con frecuencia habla del suicidio, me hace sentir triste, no puedo evitar escucharle por curiosidad, aún así me siento mal por algunas horas "no deberías hablarle a una chiquilla de esas cosas". Por algunas horas desapareció el hambre y el cansancio, las ganas de orinar y las de sentir dolor, el tiempo es corto y a nadie importa ¡a la mierda todo!. 
La chiquilla me miró y no sentí más que sus labios pegajosos pegarse a los míos. Me repugnas pequeña entrometida.   

1 comentario:

F... dijo...

Otra vez sentiré esa noche pegada en mi boca tan extraña, tratando de extender más la distancia para solo estar otra vez bajo el peso de la carne. Casto como Mineko Iwasaki. Un beso.