Todo
comenzó con los gritos histéricos de Ana, la niña más pequeña en mi familia,
parecía que otro insecto la molestaba, un abejorro o una mariposa que había
perdido su rumbo, Ana gritó hasta encontrar cobijo en las piernas de su madre,
mucho más asustada que de costumbre, el rostro hinchado, rojo y húmedo. Tras la
puerta unos golpeteos indecisos llamaron la atención de la madre y, sin dejar
de abrazar a su hija, se dispuso a abrir la puerta. Con la normalidad con que
se atiende a un invitado, la madre saluda al desconocido y le invita a pasar.
Un sujeto alto y muy peludo, se asoma y me sorprendo, Ana corre a esconderse en
su habitación, también me siento asustado, quiero ir a esconderme con Ana, pero
también quiero saber cual es el asunto que el desconocido quiere resolver.
- Verá, mi buena Señora H-u-m-a-n-a, como sabe, usted y su pequeña larva
h-u-m-a-n-a, han asesinado a bastantes miembros de mi familia, debo decir que
lamento hacer esto, pues según mi información, usted actualmente solo tiene una
larva y me veo en la obligación de llevármela.
- ¿Tiene usted idea de lo que hace?, por favor, déjela vivir.
- Mi buena Señora, no esté usted triste, según mi información usted
puede gestar muchas más larvas, no hay muchas diferencias entre ellas, todas
morirán algún día.
- Por favor, hay muchas más niñas ahí afuera, niñas que no tienen
padres, niñas que viven en las calles, niñas que nadie quiere, búsquelas y
llévenselas, nadie llorará por ellas.
- No entiende que cada larva h-u-m-a-n-a nos sirve, todas ellas están
siendo recolectadas.
El sujeto tenía una dificultad evidente para hablar, con un forzado
movimiento de mandíbulas lograba articular apenas la palabra hu-ma-no, un
hilillo de saliva se escapaba al terminar cada palabra, toda se acumulaba entre
el pelo de su pecho. Sus extremidades se movían todo el tiempo, dos de ellas
intentaban mantener su mandíbula libre de saliva, otras dos se estiraban en
dirección a la habitación de Ana, las otras dos colgaban sin aparente vida a
los lados del cuerpo del sujeto.
- Ana ¡corre! sale por el patio y llévate al perro.
- No tengo alternativa Señora H-u-m-a-n-a, iré por su larva y todo
acabará.
Ana intentaba correr hasta el patio mientras su madre se lanzaba sobre
el sujeto, un zumbido de sus alas desordenó la habitación, todo se arremolinaba
mientras la cabeza del sujeto se movía de modos extraños. Las seis patas
atraparon a la madre, su cabeza quedó colgando cuando el sujeto mordió su
cuello y le arrancó la piel, sus ojos miraron por última vez a Ana.
No sirvió de nada que Ana corriera, a los pocos minutos ella y muchos
otros niños hu-ma-nos lloraban mientras sujetos peludos de seis patas los
atrapaban y los metían a un panal a varios metros de altura sobre la ciudad.
Los perros intentaban hacer algo, muchos yacían atravesados por negros
aguijones afilados. Miré a la madre y me recosté junto a ella, ya no habrían
más larvas hu-ma-nas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario