jueves, 26 de abril de 2012

Humano


Todo comenzó con los gritos histéricos de Ana, la niña más pequeña en mi familia, parecía que otro insecto la molestaba, un abejorro o una mariposa que había perdido su rumbo, Ana gritó hasta encontrar cobijo en las piernas de su madre, mucho más asustada que de costumbre, el rostro hinchado, rojo y húmedo. Tras la puerta unos golpeteos indecisos llamaron la atención de la madre y, sin dejar de abrazar a su hija, se dispuso a abrir la puerta. Con la normalidad con que se atiende a un invitado, la madre saluda al desconocido y le invita a pasar. Un sujeto alto y muy peludo, se asoma y me sorprendo, Ana corre a esconderse en su habitación, también me siento asustado, quiero ir a esconderme con Ana, pero también quiero saber cual es el asunto que el desconocido quiere resolver.

- Verá, mi buena Señora H-u-m-a-n-a, como sabe, usted y su pequeña larva h-u-m-a-n-a, han asesinado a bastantes miembros de mi familia, debo decir que lamento hacer esto, pues según mi información, usted actualmente solo tiene una larva y me veo en la obligación de llevármela.
- ¿Tiene usted idea de lo que hace?, por favor, déjela vivir.
- Mi buena Señora, no esté usted triste, según mi información usted puede gestar muchas más larvas, no hay muchas diferencias entre ellas, todas morirán algún día.
- Por favor, hay muchas más niñas ahí afuera, niñas que no tienen padres, niñas que viven en las calles, niñas que nadie quiere, búsquelas y llévenselas, nadie llorará por ellas.
- No entiende que cada larva h-u-m-a-n-a nos sirve, todas ellas están siendo recolectadas.

El sujeto tenía una dificultad evidente para hablar, con un forzado movimiento de mandíbulas lograba articular apenas la palabra hu-ma-no, un hilillo de saliva se escapaba al terminar cada palabra, toda se acumulaba entre el pelo de su pecho. Sus extremidades se movían todo el tiempo, dos de ellas intentaban mantener su mandíbula libre de saliva, otras dos se estiraban en dirección a la habitación de Ana, las otras dos colgaban sin aparente vida a los lados del cuerpo del sujeto.

- Ana ¡corre! sale por el patio y llévate al perro.
- No tengo alternativa Señora H-u-m-a-n-a, iré por su larva y todo acabará.

Ana intentaba correr hasta el patio mientras su madre se lanzaba sobre el sujeto, un zumbido de sus alas desordenó la habitación, todo se arremolinaba mientras la cabeza del sujeto se movía de modos extraños. Las seis patas atraparon a la madre, su cabeza quedó colgando cuando el sujeto mordió su cuello y le arrancó la piel, sus ojos miraron por última vez a Ana.
No sirvió de nada que Ana corriera, a los pocos minutos ella y muchos otros niños hu-ma-nos lloraban mientras sujetos peludos de seis patas los atrapaban y los metían a un panal a varios metros de altura sobre la ciudad. Los perros intentaban hacer algo, muchos yacían atravesados por negros aguijones afilados. Miré a la madre y me recosté junto a ella, ya no habrían más larvas hu-ma-nas.

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