jueves, 26 de abril de 2012

La estación de la carne

Carne en descomposición, carne que se pudre,  sangre que ha perdido sus límites dentro de la carne, el violáceo profundo de un golpe, sangre que se corrompe en el cuerpo. Conocerla, oírte hablar de la mujer que había inspirado lecturas y el imprevisto encantamiento por la literatura, inmiscuirte en su mundo y llenarla de mitos, de fuerzas que jamás tuvo. Hacía horas el café esperaba sobre la mesita de noche, no había interés en beber, el cigarrillo se convertía en cenizas que no te molestabas en sacudir, parecía que las cosas tomaban un rumbo grave y confuso, los golpes tenían algo que ver en todo esto. Mantener la boca cerrada llena de sangre debe ser difícil, sonreír con los dientes maquillados carmesí es una imagen horrenda, escupir no es digno, dejar de hablar porque tu boca se llena de sangre es imperdonable, tragarla es beberte el amargor de tus días felices. Importarte de nada, estridente a mediados de semana cuando había dos personas en la casa, en la misma habitación, odiándose, miran y examinan sus ojos, se ven reflejados en la pupila del otro y [chaz-crash] el espejo roto, el admirador de las cosas imposibles se lamenta porque la suerte no le acompañará, la admiradora de las cosas improbables extrañará la baratija de su abuela que jamás volverá a tener en sus manos. Las quejas constantes de que hay un pequeño hilillo de sangre bajando por la frente del enemigo, las lágrimas difuminan las arrugas, le hacen parecer una niña, se siente como una niña [bam-crash] espejos rotos. Escaleras, el trayecto en que debes permanecer erguido y firme, bajarlas dando tumbos, en el penúltimo peldaño luego del descansillo separando los largos dedos blancos que encarcelan tus órganos maltratados. Al principio no dolió porque al fin y al cabo el primero jamás se busca. [Bum] Espejos. Mantenías entre tus dedos los cabellos canos que entrecortaban su cabellera, estabas tan cerca y saboreabas en el fondo de tu garganta el agrio olor del semen añejo, siempre estaba escapando de su entrepierna para acabar impregnado en su cuello, cabello a cabello y no te importó. [Crash] Espejos, el ojo de la tierra, el ojo de su culo, el ojo en medio de su frente, pozos estancados de sangre, golpes a mano abierta sobre los hombros y a puño firme en el vientre. Ojo, ojo de sangre.

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