Octubre/23:48.
Niños jugando en un parque, el frío del atardecer los espanta, corren a sus
hogares. Muchas madres esperan, otras no parecen notar que sus hijos no están
en casa, algunas desean que sus odiosas crías jamás regresen. Veo desde lejos
el vivo color de los juguetes olvidados, anaranjados, azules, rojos; preciosos
objetos que conservan en sus colores la alegría, las sonrisas despreocupadas,
me siento asqueada. Las grietas que observo al levantar los juguetes me
producen tristeza, tan viejos, pienso que es verse en un espejo, tu rostro como
el plástico, miles de caminos que se entrecruzan en la piel, la vejez de un juguete
demasiado usado. Una niña grita, lejos, le presto poca atención. Mis manos
parecen ser las de una mujer adulta, una mujer anciana, una mujer muerta. Lanzo
lejos una regordeta regadera azul, la odio, la niña la recoge y me grita “vieja
estúpida, es mi juguete”. La escucho y comienzo a mover mis pies rumbo a casa.
Era una estupenda regadera.
Septiembre/23:47. Pienso que la soledad se aleja de a
poco, los que parecían cachorros de gato ya poseen un tamaño considerable, los
quiero. Por la mañana me saludan, me aman. Por las noches se acomodan en los
costados de mi cuerpo y comienzan a estrujar sus patitas en mi cuerpo, me han
rasguñado en muchas oportunidades, no importa el dolor o las heridas. Mi
habitación se llena de a poco con objetos abandonados, me gusta cada uno de
ellos, me hacen sentir salvadora, los
he rescatado de su destino en un basural. Hoy llevo tres pequeños gatos a casa,
los abandonaron dentro de una caja, los tres tenían mucho frío. Me recuesto
sobre la cama y los acomodo sobre mi pecho desnudo, buscan con sus narices la
lechera teta materna, me entristezco. La única gata que vive conmigo se apiada
de los cachorros, los acomoda cerca de su cuerpo tomándolos del cuero detrás de
la nuca, les ofrece sus tetas, hay algo ahí con lo que se alimentarán un
tiempo.
Agosto/23:46. Dejé atrás cualquier actividad “normal”,
abandoné las cosas en las cuales creía y comencé a ver todo más claro. Recoger
las cosas que necesito de las acumulaciones de cachureos olvidados, de los
desechos de los supermercados, las bolsas de basura doméstica. No tengo que
ganar dinero, no tengo que trabajar para ello, no existe el objeto imposible de
adquirir en la basura, imagina las posibilidades. Me siento a diario a ordenar
los periódicos que he juntado de a poco, algunos cachorros de gato me
acompañan, se acurrucan entre mis ropas, me ayudan a matar los insectos que
vienen dentro de las cosas que recojo.
Julio/23:45.
El río siempre me ha provocado nauseas, más que el agua, la altura, como cuando
lo ves desde un puente –un malestar persistente se instala en la boca de mi
estómago–, suspiro, tengo que caminar sobre el puente, debo llegar a mi hogar,
mañana tengo tareas que concluir… miro la maleta que llevo en la mano derecha,
la recogí recién, entre un montón de basura, había otro sujeto buscando objetos
perdidos, conversé un momento con él, no sabía exactamente qué buscaba, yo iba
directo a la maleta, una bonita maleta antigua, verde, en buen estado, “¿te
molesta que me lleve esto?”, indiqué la maleta con mis dedos y él me dio a
entender que no estaba interesado. Inspiro hondo, debo cruzar el puente, no
tengo alternativa, dejo escapar todo el aire de mis pulmones, buenas noches.
Junio/23:44.
Trabajo, freír todo el día, cortar, rebanar. Veo sangre, me acabo de cortar el dedo,
en el cuchillo hay un trozo de carne y una pequeña fracción de mi uña, me veo
el dedo y no puedo creer que aquella parte adherida al cuchillo fuese parte de
mi cuerpo, algunas gotas de sangre caen a la tabla de picar, no me duele. Voy
al baño para no seguir manchando las cosas, abro la llave y un chorro de agua
fría golpea mi dedo, duele mucho. Busco entre mis pertenencias algo para
detener la hemorragia, encuentro algunas banditas, pego tres alrededor de la
herida, la sangre se asoma a los pocos minutos. Pienso que con algo de yodo
dejará de sangrar, consigo una pequeña botella con la cajera. Voy de vuelta
al baño y, dudando un poco, decido verter un par de gotas sobre mi dedo, el
dolor me despierta ¿qué hago trabajando en un lugar así? ¿expuesta a accidentes
desagradables?
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