Miré incrédula el blog, dudando un poco
de la seriedad del proyecto que se describía: cincuenta ejemplares, tapas de
cartón recuperado de la calle, cada portada única –diseñada con elementos de
desecho y pintada a mano− y bajísimo costo. El 2010
fue la primera vez que leí acerca de un proyecto cartonero en La Serena, al año
(desafortunadamente, pues pudo dar paso a otros proyectos editoriales
independientes en la ciudad) se disolvió dejando atrás sólo un libro publicado,
el que se regaló a poco interesados asistentes en una presentación de la Feria
del Libro, en verano. En ese tiempo –aquel año− leí todo lo que encontré sobre
las emergentes editoriales cartoneras, la historia es historia (quien quiera
buscarla y conocerla, la encontrará en detalle), sin embargo, no es eso lo que
más llamó mi atención, sino la exitosa continuidad de esta comunidad de
editores. Tengo la certeza de que las bases iniciales de los proyectos cartoneros
se han adaptado a las distintas necesidades y realidades sociales de las
ciudades en donde se desarrollan actualmente, que han cambiado con el tiempo
(en ocasiones incluso desvirtuando las bases generadoras de todo el movimiento
cartonero) y que no todos los autores optarían por publicar con una
“cartonera”, pero es admirable la paciencia con que muchas personas, de muchos
países, ciudades y distintas comunidades, han tomado un proyecto editorial
cartonero en sus manos, a pesar del tiempo y lo complicado que resulta
posicionar una nueva editorial independiente –no sólo en nuestro país− ; además
de seguir con la idea de “comunidad”, agrupando distintas editoriales
cartoneras (con características que los distinguen y otras que los destacan) en
encuentros, promoviendo sus ideas a través de talleres e involucrándose con su
entorno, difundiendo la idea de que cualquiera puede ser parte de la industria
editorial.
Publicado en Revista Escarnio N°59 - Edición Hermana con Editorial Isidora Cartonera.
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