No es que Saturno recién venga a conocer el odio, él está muy familiarizado con ese concepto, de hecho su nacimiento está relacionado con el odio, con el rechazo y la soledad.
Corría un tiempo malo, de esos en los que el viento te llega a doler cuando llevas mucho rato caminando. Tenía los dedos congelados, le dolían cada vez que intentaba empuñar la mano. En ese entonces ya llevaba lentes, ya tenía la manía de llevar un polerón dos tallas más grande, también tenía esa extraña capacidad para desagradar a la gente.
Cada mañana, despertaba sintiéndose miserable, cada mañana debía lidiar con el frío que corría calle abajo, tenía que enfrentar a un montón de personas que solo querían hacerle daño.
Se dedicó a leer, a menudo se le podía encontrar entre las estanterias de la biblioteca del colegio. Pasaba horas y horas hablando consigo mismo, hojeando libros que contenían el conocimiento que tanto anhelaba.
Llegada una época extraña, Saturno ya no era el mismo. Quizás algo en su interior le indicó que debía transformarse. Nunca supo a qué se debía el impulso de dejar de ser él mismo, pero todo aquello fue para formar a un ser bastante fuerte.
Saturno escribe bastante seguido, le es agradable sentir que puede conectar su mente con sus dedos que viajan a través del teclado. Él hace música, una melodía difícil de entender, pero que puede ser escuchada a través del tiempo.
Saturno tuvo que aprender a odiar, porque el mundo no desea que Saturno sea libre.
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