El libreto de
“Space Rave” se escribió entre los meses de septiembre de 2017 y febrero de
2018. Desde que se comencé a escribir el libreto, sabía bien que no deseaba que
se presentara en la Feria del Libro de La Serena. La propuesta sigue siendo de
lectura dramatizada y música en vivo. Hasta la publicación de este libro, el
libreto de “Space Rave” se mantenía inédito, la presentación tampoco se ha
realizado.
***
Libreto: Pía
Ahumada.
Compositores/Músicos: Felipe
Cortés, Roverto Aguirre, Carlos Wong y Rigoberto Orrego.
*Los recuerdos narrados corresponden a textos de los músicos.
Parte Primera - Especulaciones
[Apenas se apaguen las luces dentro del salón, comenzamos todos riéndonos
afuera del mismo. Entramos jugando con burbujas, soplándolas. Nos reímos, nos
persiguen, reventamos las burbujas entre el público. Nos sentamos en tensión,
sonriendo, eufóricos, respirando fuerte, siempre las manos como garras, el
cuello rígido.]
*Acompañamiento: Texto grabado en
bucle (2 o 3 veces)
Esto, esto fue tu
infancia
soy un niño
soy una niña
somos terrestres.
Fuimos felices
Inocentes.
Fuimos infantes
Confiados.
Los sueños eran
nuestros.
[Disposición
circular en medio del espacio. Al acabar el texto grabado nos sentamos. Los
músicos con los instrumentos, se colocan individualmente de pie, al
levantarse, leen un recuerdo de infancia.]
Carlos: «Desde que soy pequeño (desde que tenía cuatro meses para ser exacto) he viajado a Antofagasta durante las vacaciones del verano, pasaba alrededor de un mes en casa de mis abuelos, tía y primos, casi siempre iba a mitad de enero, junto a mi madre, ya que son sus parientes –y los míos también–. Fue, Es y siempre Será una casa llena de mascotas. Allí han existido generaciones de gatos, digo generaciones porque tienen relaciones de parentesco, no todos son extraños. Desde la infancia de mi madre y tíos (tres maternos) han existido gatos. Cuando yo ya tenía conciencia, me gustaba mucho jugar con ellos, también con los perros. Cuando llegaba a Antofagasta no sólo iba a visitar a mis familiares humanos, también a los felinos y caninos. Éramos recibidos con una marraqueta con queso y mantequilla. La mañana recién naciendo, el sol alzándose en ese pasillo largo de tránsito que unía todas las habitaciones del hogar.
El
antejardín, mi madre siempre ha conservado una copia de las llaves de la casa:
Linares 2380, cerca del hospital, barrio humilde, gente humilde, gente. El
Nicolás, el negro, la flaca, la perla, todos salían corriendo luego que mi
abuela abriera la puerta. “Hoooola mijito ¿cómo está? tanto tiempo”: sus
palabras, ahora tiene 87 años. Está clara la vieja aún, la quiero demasiado,
siempre le he dicho Mamá Olga: No es sólo un dicho, es mi otra madre. Los
abuelos comparten un cariño excepcional por los nietos. En calidad de nietos,
somos aquellos que les permitimos ver la vida de otra manera, una segunda
instancia de ser padres, de observar su descendencia.»
Felipe: «Nunca aprendí a nadar. Es fácil para muchos, pero el agua, el sólo
contacto con ella, hace que mis pulmones se contraigan temerosos, se cierren y
me falte el aire. Inevitablemente me acuerdo de cuando tenía tres, o cuatro
años, y acompañaba a mi papá junto a unas primas mayores que yo a un paseo en
la playa. Mi papá me dejó a cargo de mis familiares y él se internó en el agua;
y es aquí donde todo se pone vívido: recuerdo seguirlo, preocupado de que me
dejara solo; entonces las olas rompen contra mí, me vuelcan, me hacen girar
vertiginosamente, y todo el mundo se transforma en burbujas, sal y mucha agua
entrando por mi boca. Aún hoy siento que me llena, que me lleva y hace que las luces
del mundo se apaguen como cuando llega la noche. Pero cuando vuelvo a abrir los
ojos, me encuentro en los brazos de un tipo que grita y me levanta entre la
gente, preguntando quién es mi responsable. Mis primas levantan la mano, dicen
aquí, aquí, y entonces todo vuelve a ser oscuro, como cuando llega la noche,
como cuando las olas se rompen contra ti y todo da vueltas, vueltas, vueltas…»
Roverto: «“Está
listo”. Llama la voz de mi mamá desde la cocina de nuestra casa nueva. El aroma
de la comida dice una sola cosa, arroz arverjado; esta vez las papas fritas que
lo acompañan tienen forma de cuadritos. Debo llamar a mis amigos para que
vengan a comer también, aunque sean sólo juguetes y peluches. Busco el asiento
que tiene mi cuchara preferida y me siento ansioso a esperar que llegue mi
almuerzo. La luz del sol atraviesa las cortinas blancas del comedor dejándose
ver el vuelo silencioso de los ácaros que se pasean sin importarles nada. La
ventana del living muestra el Cerro Grande, las antenas reflejan la luz.
Golpean la puerta con ese particular ritmo. Es mi primo mayor y todos parecen
haber estado esperándolo. Yo tenía 2 o 3 años, ni siquiera entendía quién era,
pero todos se alegraban de verlo ¿por qué no alegrarme yo también? En ese
entonces era tan simple entregar cariño, era tan fácil estar contento.»
Rigo: «La noche ha
caído sobre la ciudad, puedo darme cuenta porque un amigo acaba de encender la
luz. Si no es por él, estaríamos compartiendo en penumbras. Pienso en que no es
necesaria la luz para conversar con los amigos, conoces la voz de todos. En el
lugar hay una mesa y nadie mira sus latas llenas de cerveza, sólo las sujetan y
beben, continúan conversando. Que mañana comienzan las clases, que nuestro
último día del verano termina, que algunos de mis amigos se irán lejos, que
otros tantos se quedarán otro año aquí. Uno acaba de volver del baño y otro
cambia la música.
Un ruido
muy leve nos alerta, sabemos que podría comenzar a temblar fuerte. Alguien
advierte que el ruido no se genera bajo nuestros pies, sino afuera. Me acerco a
la ventana y recojo las cortinas para observar el exterior. El ruido se
convierte en un zumbido. Lo único que hacemos es mirar a través de la ventana e
intentar ver algo en la noche. Un cerro negro coronado con luces rojas y
blancas es lo que destaca a mayor altura, el zumbido se detiene y pasan dos
segundos en que la noche se convierte en día, un resplandor intenso e
inexplicable. Suelto la cortina y la noche regresa, el zumbido desaparece y la
voz de mis amigos comienza a oírse nuevamente.»
*Música: El viaje
de los vivos.
[Al terminar, todos
están sentados en su lugar.]
Todos: Nací en la
tierra, en un lugar que ya no existe.
Pía: Como si
hubiera nacido en marte y no tuviera una nave para regresar a casa y, aunque
pudiera volver, no existe el lugar en donde nací.
Rigo: Nací en la
tierra, en un lugar oculto entre los cerros silenciosos.
Carlos: No
regresaré pues todos se han olvidado de cómo encontrar su hogar…
Roverto: …todas
las cosas han desaparecido en los ojos de las personas…
Felipe: …no es
posible ver algo olvidado.
Todos: Quise venir aquí porque…
[Aquí va un tema, mientras suena mueven la boca, gesticulando, pero en silencio.]
Todos: Quise venir
aquí… (de modo alternado primero, uno tras otro, atropellándose luego, formando
un coro de voces no coordinadas, subiendo el volumen de a poco, gritando al
final. Diez veces por cada uno, luego quedar en silencio.)
[Se acomodan,
dejan de moverse].
Pía: ¿Por qué
aunque estemos solos no podemos estar desnudos? Nuestro cuerpo es lo que
tenemos, fragmentos heredados de otros, de cientos de otros que existieron
antes que yo.
[Ponerse de pie,
quitarse una prenda de encima, de modo ceremonioso, soltar al suelo, seguir con
la vista clavada en el techo.]
Pía: El universo
debe oler como lo que no conocemos. Como vestir a un muchacho que permanece desnudo
en el espacio exterior, como vestirlo pasada la medianoche, como no saber quién
es.
Felipe: El
universo debe sentirse como lo no dicho.
Roverto: Como el
amor que recibes de un extraño.
Rigo: Como un beso
en medio de la noche, en medio de la tormenta.
Carlos: Como
acostarse desnudo y mojado luego de correr bajo una lluvia de verano.
Pía: Cuéntame.
Cuéntame lo que eran entonces, lo que ha desaparecido. Cuéntame. Cuéntame que
estás ahí, después de todo lo que puede ocultarse entre los recovecos de las
estrellas. Cuéntanos que los muchachos continúan corriendo desnudos (fuerte)
allá en la tierra. Cuéntanos cómo va todo allá, entre aquello que abandonamos.
Cuéntanos. Dime ahora si es en casa que te sentiste feliz, más feliz que ahora,
más feliz que nunca. Dime si has encontrado algo aquí que te provoque, que te
excite, que te haga sonreír. (Eufórica, de pie) ¡Ríe si es cierto! ¡dime si lo
recuerdas!
*Música:
Resignación.
[Se levantan y
comienzan a caminar en la sala, palpando las paredes; ríen al principio. De a
poco caen en la tristeza, caen en cuenta de que el espacio del que disponen es
demasiado pequeño. Volvemos a nuestros lugares, abatidos.]
Pía: ¿Recuerdas?
¿te acuerdas? ¿podrías contármelo? Ese momento en que todos supimos que
debíamos irnos ¡no en el que decidimos irnos! en que nos montamos en cometas
que nos llevarían a nuevos lugares.
Todos: ¿Si me
acuerdo? ¿Si recuerdo? ¿Podría contarlo?
Pía: Veíamos
televisión, estábamos conectados, posteando en las redes sociales, leyendo en
papel virtual. Nos escondíamos debajo de la almohada mientras la noticia
circulaba, mientras el valor se escurría y la muerte dejó de tener sentido. Dejamos
de temer.
Roverto: Todos
dejan el temor a la vez, todos se recuestan perplejos pensando en que deben
encontrar su cometa y largarse…
Rigo: …por las
noches esperabas ver estrellas fijas en el cielo, parpadeando en la oscuridad…
Carlos: …imaginas
ahora cientos de estrellas luminosas abandonar el planeta…
Felipe: …en todas
las direcciones, desde cerros y acantilados, desde playas y ciudades.
Pía: Las
actividades rutinarias se abandonaron, todos intentaban cambiar, adecuarse al
bestial cambio en todos nosotros.
Músicos: ¿Son
cobardes? ¿lo fuimos nosotros?
Pía: No sentir
culpa, no retar. No podemos hacer nada más que esperar a que tomen sus
estrellas y dejen este planeta.
Músicos: Nosotros
también.
Todos: (Rumor,
susurro en distintos volumen.) ¿Hay prisa?
Pía: En cuanto
todos se enteraron, a todos se nos ocurrió que debíamos abandonar todo cuanto
éramos; sin cuestionar, sin mirar atrás, sin pensar siquiera si tendríamos
éxito.
Carlos: ¿Acaso
importa el tiempo si todos terminaran yendo al mismo lugar? ¿quieres abandonar
el caos antes de comenzar a disfrutarlo?
Pía: Nadie
sobreviviría al desastre, te cuentan que pueden, te cuentan que quieren, pero
no es posible. ¡Debemos irnos!
Felipe: Quiero
verlo, deseo ver arder todo en lo que creíamos, todo lo que pensábamos era
bueno y justo, a niños y ancianos, a todos corriendo, intentando salvar sus
vidas.
Pía: Caos. (Pausa)
Deja el recuerdo atrás, las imágenes no pueden revivir lo que dejamos;
fotografías en cajones.
Roverto: No
miramos atrás, no pudimos ver a nadie a los ojos. Abandonar, dejar en la
penumbra, dejar en la Tierra.
Pía: No mires a
los ojos del anciano, no puedes llevarlo. No veas el recuerdo, tus raíces o a
tus ancestros.
Rigo: No mires al
niño, no puedes llevarlo. Tienes el recuerdo y te quedas, permaneces, mueres.
Pía: Me queda
salir de aquí, me queda la herencia en mi cuerpo, las manos de mi madre y el rostro
de mi padre.
[Miramos nuestras
manos, las examinamos como si no fueran nuestras. Tocamos cada dedo,
acariciamos nuestras manos.]
Parte Segunda - Decisión
[Estamos muy tensos, se ha cortado el ambiente en dos partes contradictorias. Cambia la narración. Se toma una decisión vital, algo que definirá nuestra existencia.]
*Música: Preguntas sin respuestas.
[Comienza, se
detiene. Comienza, se detiene. Comienza, se detiene.]
Todos: (Murmullo)
No, no, no.
Pía: ¿Qué estabas
haciendo el 2020? El algún cambio de siglo, el reinicio de una generación. La
prometida vuelta a cero. Todos olvidaríamos los horrores, la felicidad. Todos
volveríamos a ser niños, a ser pequeños amados. Niños en blanco, todo a cero.
Rigo: ¿A quién
dañaste?
Felipe: ¿A quién
amaste?
Roverto: ¿A quién
dejaste?
Carlos: ¿A quién tomaste?
Pía: Negar el
pasado, creer que todo desaparecerá. De modo instantáneo, al segundo. Ahora…
Roverto: Ahora que
has decidido irte. Ahora que has decidido negar lo que eres.
Pía: Mírame y dime
que he cambiado, que no deseo lo mismo.
Rigo: Ya
decidiste. Te irás, lo decidiste.
Pía: Mírame y no,
detente un segundo y sabrás todo.
Felipe: Las
razones de mi huida, las razones de mi decisión. Iré más lejos que todos, iré
más lejos que nadie.
Pía:
¿Subirás? ¿te irás? ¿a dónde?
Músicos:
Subiré. (Pausa.) Me iré. (Pausa.) Al mismo lugar que todos van.
Pía:
Nos veremos al despegar.
Felipe:
No.
Rigo: Nos veremos después.
Carlos: No.
Roverto: ¿Volveré a ver a alguien?
Rigo: Nos veremos después.
Carlos: No.
Roverto: ¿Volveré a ver a alguien?
Todos:
No.
[Mientras acontece
el diálogo hemos decidido ir al espacio, se construye en nuestra mente una
nave.]
Pía: Olvidaste la
lengua de tus ancestros, los ojos que ven el rango amplio de la existencia.
Felipe: Olvidaste
cómo era la voz de tu madre, de tu abuela, de la primera mujer que parió en
esta Tierra.
Carlos: Pensando
en otros lugares, en olas que se deshacen en las rocas, en la sangre que se
diluye en el agua.
Roverto: En cientos de segundos que han muerto en cada generación, con cada nuevo crío que permanece vivo.
Rigo: Inquietud en
todos, dentro de cada uno. Nace una cría y otros cientos deben morir.
Todos: No quiero
permanecer aquí.
Parte Tercera - Resolución
Felipe: Quiero decir las últimas palabras que puedo ver en mi cabeza. La frente
en alto por quienes no podrán escapar. Los dientes apretados en la frustración
de quien escapa y de quien huye, en el mismo segundo.
Carlos: Resolveré mirar al cielo y pensar que todos han llegado a destino, que todos están a salvo, que todos desean lo mismo. Cada estrella que cae estaba destinada a hacerlo, nadie ha muerto ahí arriba.
Rigo: Me queda
estar sentado un momento, me quedan las ganas de llorar en la oscuridad. Veo
las estrellas caer desde todos lugares en el cielo, cientos, miles y no me
quedan deseos por pedir.
Roverto: El caos
se abrirá paso en desesperación y mientras cientos de ellos puedan ir al cielo,
otros miles mueren en la Tierra, otros millones se queman intentando huir.
[Vuelta a la atmósfera terrestre]
*Música: Gravedad.
Pía: Era evidente que el diario relataba algo absolutamente irrelevante.
Estaba claro que aquellas líneas no tenían consciencia de ser aburridas y
nefastas; no podía saber que no era el mejor, no estaba destinado a hacer
diferencia alguna, no se recordaría más que como una incómoda anécdota, sin
embargo, quien escribía sí estaba muy consciente de todo.
El texto seguía escribiéndose, las letras seguían
apareciendo sin muchas interrupciones, el fluir de todo un enmarañado
pensamiento que acabaría en algún rincón del espacio, olvidado. Un suspiro
llegó a convertirse en vapor antes de llegar a la brillante pantalla, la
temperatura era baja todo el tiempo.
Sin cerrar su diario, se levantó. Miró al frente y vio
su reflejo difuso por la escasa luz existente, estiró ambos brazos juntando sus
manos sobre la cabeza, bostezando perezosamente. Si miraba afuera evitando su
reflejo, podía ver todo el espacio existente, una ruta infinita de oscuridad
manchada con pintas blancas, amarillas, lejanas estelas de estrellas perdidas.
Uno, dos, tres, cuatro.
Respondan por favor, respondan.
Están ahí, respondan.
Hace calor, 37, 38.
Tengo calor.
Por favor respondan, respondan.
42, 43, hace calor.
Veo fuego.
En casa nadie esperaba su regreso, nadie quería saber
de un viaje exitoso. Salir del planeta representaba la salvación y todos
deseaban vida para sí, aunque fuera yéndose al espacio. Marchándose a buscar
una esperanza, confiando en una cápsula con pocas posibilidades de siquiera
salir de la atmósfera terrestre; todos sabían que la posibilidad de éxito era
baja, a diario las cápsulas estallaban en pleno vuelo dejando tristes espinas
de fuego clavadas en el cielo.
La suya no fue la excepción, cientos de problemas en
la nave impidieron que encendiera el sistema de propulsión; llegado el momento,
apenas logró quedar suspendida, guiada suavemente por la mano cariñosa, casi
maternal de la gravedad.
Hace calor.
Tengo calor.
Por favor respondan, respondan.
44.
Veo fuego.
Nadie puede salir, aquí no podremos vivir, nadie podrá
jamás salir.
Nadie escuchó el mensaje y ella se quemó junto a su
nave. Había pasado los últimos tres días de su vida orbitando un planeta que no
podía identificar como el suyo, nada ahí abajo le recordaba su hogar.
*Acompañamiento: Bucle grabado del
comienzo.
Parte Cuarta - Abandono
Roverto: Fui, soy y seré la sangre que escurre desde hace mucho, más
allá del tiempo en mi propia existencia. Sin fuente que la alimente, sin lugar
donde yacer, sin Tierra donde caer.
Pía: No he tenido el privilegio de conservar el recuerdo de mi origen,
mi lugar de nacimiento ha sido saqueado, (pausa) destruido, (pausa) enterrado.
No podré abrazar jamás el recuerdo que no tengo, no podré anhelar vivencias que
me han sido negadas, no puedo sentir por aquellos que perdí pues nunca conversé
con nadie sobre la Tierra, jamás escuché de ella, sólo permanece como un nombre
en nuestra memoria, ese nombre que no olvidas, ese nombre que perdió su
significado.
Carlos: Quisiera decirte que siento amor a pesar de todo, deseo que
estés en un lugar cálido, donde seas querido y no sientas tristeza. Te envío un
abrazo y espero que salga de este lugar, atraviese el espacio y llegue a ti.
Felipe: Espero que estés vivo para ese entonces, espero que mires un
cielo limpio, azul y radiante. Puedo imaginar tus ojos brillantes y tus pupilas
pequeñas por la luz del sol, dime que ha quedado algo, dime que el caos no
alcanzó a consumir lo poco que quedaba.
Rigo: No todos pudieron irse, no todos escaparon ¿qué sucedió con lo que
decidieron quedarse, con los que no pudieron huir?
Todos: Esto sucede a tus pies.
Roverto: Ya nadie mira al cielo, las estrellas están más lejos y los
fuegos azules surcan nuestro cielo.
Pía: Ya nada es como recuerdan, agua ha lavado los recuerdos, las aguas
rojas inundan los surcos antiguos y las grietas se convierten en venas.
Carlos: Los hielos violetas conservan formas de vida extraña, ajenas a nosotros, animales contra los cuales no podríamos pelear.
Felipe: Entre todo lo desconocido, entre lo que tememos y nos produce pánico, se encuentran los restos de las naves en que llegaron nuestros abuelos, los restos a medio enterrar se alzan como espinas dirigidas al espacio.
Rigo: No tengo más que la palabra “Tierra” y no encuentro el significado en mis recuerdos. Ha de ser una idea, un cuento de los abuelos.
Todos: Esto sucede sobre tu cabeza.
Roverto: ¿Qué era la Tierra?
Pía: ¿Qué son las agujas que emergen del suelo?
Carlos: ¿Qué supones que brilla como una estrella azul?
Felipe: ¿Recuerdo algo de lo que oí cuando era un niño?
Rigo: ¿He sido alguna vez feliz?
Todos: Esto sucede detrás de ti.
[Se apagan las
luces dentro del salón. Comenzamos a reír.]
*Música: Cosmos.
[Las luces
continúan apagadas. Continuamos riendo terminada la música. Salimos jugando
con las burbujas, soplándolas a nuestro paso. Nos reímos, jugamos. Salimos de
la sala, el último en salir cierra la puerta.]
Todos: ¡Adiós!
*******************************
|
Decidí continuar y
trabajar para finalizar con esta idea que comenzó como eso, una idea muy básica
sobre lo que queríamos hacer, un modo rústico de llevarlo a buen puerto y
escasos recursos.
Me topé con obstáculos extraños
desde lugares que no pensé que llegarían; todo el proceso ha durado tres años
y valió cada minuto.
Después de esto debemos preocuparnos
por la continuidad de este proyecto colaborativo, más allá de los cambios y de
la evolución de cada uno, siento que la finalización exitosa de este proyecto
generará la curiosidad de quién nos escuche y eso basta.
Hasta este momento, no tenemos un
lugar en dónde presentar Space Rave.
Comenzaremos a ensayar y luego decidiremos qué hacer. Los encuentros se
acompañarán de té y galletas, improvisación y risas, muchos cigarros. Quizás
sentiremos miedo antes de presentarnos y quizás continuemos sintiendo miedo
cuando todo termine ¿cómo saberlo? esto siempre significa una apuesta.
Es de madrugada, hace frío.
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