lunes, 5 de septiembre de 2011

Beber es un ciclo de tener el control y perderlo

El insistente timbre del celular me despierta, al responder me sorprende la voz de mi madre, ¡feliz cumpleaños! -me dice-, ella es la primera que me desea un feliz cumpleaños. Siempre agradezco su saludo, pero no deja de molestarme el hecho de que cada año, sin falta, me llame a las siete de la mañana.
Birdo y Yoshi, mis gatos, maullan de hambre. Son gatos viejos, tienen cerca de trece años, algunas personas dicen que es un milagro que aún estén vivos y sanos, yo digo que la buena vida que han tenido es la causa de su extraordinaria longevidad. Me levanto, pues no consigo volver a dormir, además Birdo comienza a rasguñar mi pijama.
Vivo en un departamento en el primer piso de un edificio, me fascina la vista, a pesar de no gozar de altura. Estiro mi cuerpo a medida que recorro el departamento y voy abriendo todas las ventanas mientras acomodo detalles que a mis ojos están fuera de lugar, giro una pequeña figura que representa una llama, golpeo algunos cojines que parecen aplastados y recojo un montón de papeles que olvidé sobre la mesa. Mis gatos caminan rapidamente a las ventanas que dan al balcón y se acomodan en el jardín que luce acogedor, sirvo comida y agua para ellos, dejo los recipientes cerca del balcón, así pueden comer cuando quieran. Voy al baño y me arreglo un poco. Enciendo la radio y voy a la cocina, tengo en mente preparar un desayuno especial, después de todo, hoy es mi cumpleaños.
Vivo hace unos cinco años con Jennifer, la conozco hace más de veinte años. Me ofreció una habitación y la acepté, como no tengo un trabajo estable, en vez de pagarle el alojamiento me hago cargo del departamento. Ella es Psicóloga y siempre está muy ocupada con su trabajo, solamente la veo muy temprano en la mañana y muy tarde por la noche. Le preparo desayuno, almuerzo -que se lleva al trabajo-, y por la noche, la espero para comer algo. 
[...]
Es una vida bastante agradable y relajada, estoy feliz de vivir con Jennifer, ella siempre me ha apoyado y de algún modo se ha hecho cargo de mí. Solo me quejo de mi salud mental, pero Jennifer siempre soluciona mi vida, por eso no me preocupo.
Termino de preparar el desayuno y recuerdo que Jennifer tiene el día libre, aunque sé que no le gusta que la molesten mientras duerme, decido despertarla para el desayuno. 
¿Estás ocupada? -me pregunta-, le digo que no se preocupe de nada. Mientras tomo una ducha escucho la radio acompañada del suave sonido de cambio de página. Salgo del baño y la veo husmeando en mis papeles, tiene esa costumbre de revisar cada cosa que escribo, además de emitir una opinión sea o no de mi agrado. Esta vez se reserva el comentario, pero a cambio dobla algunos hojas y las mete en sus bolsillos. Me dice que en media hora estará "lista" y saldremos a celebrar mi cumpleaños. Ya son las nueve de la mañana y estamos tranquilamente disfrutando un café acompañado de medialunas, conversamos un poco y me cuenta que el amor ha tocado su puerta. Estoy un poco enfadada porque cada vez que tiene un amorío, termino relegada al olvido. Yo nunca he tenido suerte en el amor, de hecho hace mucho me di por vencida, realmente me molesta la gente que se acerca a mí con intenciones amorosas, incluso los amigos muy "pegotes" me desagradan. Finalmente termino preguntando quién es el afortunado. A la hora del almuerzo compramos un par de dulces y jugos, la idea es armar un picnic. A media tarde me comunica su decisión de vivir con su nuevo amor, además de insinuarme que soy una molestia para la relación. Esa misma tarde decido arreglar mis cosas y volver a vivir en mi automóvil, no es la gran cosa, pero si pude vivir un año allí, supongo que puedo volver a hacerlo. Mis gatos sufren más que yo con todo el cambio, pero no me queda otra alternativa por el momento.
Lo más importante si vives dentro de un automóvil es tener poca ropa y ese, desde luego, no es el problema, el gran problema es que tengo más escritos de los que puedo guardar. Por el momento dejo mis ideas de fuga, me iré en la mañana, hoy disfrutaré lo que me queda del feliz cumpleaños.
Ya de noche llegamos al departamento, minutos después comienza el movimiento, Jennifer ha invitado a varios de sus amigos a mi fiesta de cumpleaños. Mientras la gente se sienta, Jennifer sirve unos tragos que prepara con mucha dedicación, casi con amor. No me agrada que medio mundo esté sobre mí, haciendo preguntas y tratando de enviarme a algún sueño alcohólico, por eso me voy a la cocina y abro una botella de cerveza tras otra. Siento que todo a mi alrededor da vueltas y me agrada, así no tengo que lidiar con esa angustia que me viene siguiendo hace algún tiempo. Dejo de sentir ruido y salgo de la cocina para ver qué sucede.
Cuando despierto veo a Jennifer enfrente de mí, ella tiene un rostro triste. De pronto se me viene a la mente un flash de imágenes, recuerdo bien haber golpeado a un tipo que no conocía.
¿Por qué siempre tiene que ser así? -me dice-, yo pido disculpas, no quiero herirla. Ella habla de una pelea, de que golpeé a su novio y algo sobre una botella de cerveza. La miro directamente a los ojos y me siento fatal, ella no deja de llorar. Va a la cocina y cuando vuelve trae una bolsa de hielo con ella. ¡Quieta!, esa palabra sale de su boca a la vez que deja caer sobre mi cabeza la bolsa de hielo. Grito una palabra malsonante y cierro los ojos.
Duérmete, yo cuidaré de ti -me dice- miro el reloj y comprendo que aún falta tiempo para al amanecer, cierro los ojos y caigo en un sueño profundo.
Estoy acostada y mis gatos me hacen compañía, me levanto con pocos ánimos, hoy es martes trece de septiembre, apenas ayer cumplí 35 años. A pesar del dolor de cabeza que padezco a raíz de un botellazo, me siento feliz. Recuerdo la pelea con lujo de detalles y sonrío, agradezco que esas cosas inusuales pasen los "doce de septiembre", me encantan los doce de septiembre, me encanta como suena esa fecha, me gusta porque ese mismo doce de septiembre Jennifer, mi amiga del alma, lloró porque el imbécil de su novio me golpeó con una botella, me encanta porque ese doce de septiembre fue inolvidable.

[Original:Septiembre/2009]