miércoles, 29 de septiembre de 2010

Coqueteos con la pornografía

Una mujer aparece, el muchachito está excitado. La mujer parece ser bailarina, a los zapatos de tacón negro le siguen unas delgadas piernas que continúan en muslos blancos que se esconden tras un holgado vestido negro, unos pequeños pezones se dibujan debajo de la delgada tela blanca que cubre improvisadamente el torso de la mujer. El muchachito no puede dejar de mover nerviosamente sus manos, los pantalones le aprietan justo por sobre la pelvis. La mujer comienza a mover sus caderas en un vaivén hipnotizante, el muchachito desabrocha sus pantalones con urgencia. La bailarina detiene sus movimientos y los reanuda dejando sus manos vagar sobre su cuerpo, delineando cada curva, mientras, el muchachito baja sus pantalones y comienza a tocarse las piernas al ritmo que la bailarina marca a la distancia. Un movimiento ensayado basta para desatar las ropas, las prendas caen al suelo en pocos segundos, la bailarina posa sus manos sobre el triángulo castaño que se enmarca bajo su vientre, el muchachito gime desesperado porque ya no puede contenerse.
Ver a esa cautivante bailarina cuesta un ligero movimiento de muñeca, así se enciende el televisor, así el video regresa al comienzo. ¿Por qué salir de casa si obtiene un orgasmo cuando su bailarina se desnuda frente a él?.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El refinamiento del ocio.

En la barra había un par de tipos, uno de ellos estaba totalmente ébrio y dormía, el otro conversaba animadamente con el cantinero. Sírveme otro -dijo- mientras se levantaba y se dirigía al baño, allí notó que la chaqueta le incomodaba y decidió quitársela. De vuelta en la barra apuró el contenido del vaso, el licor ya estaba adormeciendo sus dedos, sus ideas se movían empantanadas en su cabeza y una risa ligera se había acomodado en su rostro. Sintió un malestar en el cuerpo, su torso parecía estar muy caliente y le incomodaba, decidió quitarse la camisa azul claro que lo cubría del frío que comenzaba a sentirse a esas horas de la madrugada. Dos tragos más y las alas estaban totalmente extendidas, calientes y preparadas para el vuelo. Me voy amigo, nos vemos -dijo el ébrio alado que comenzaba a cruzar las puertas del bar-. No puede volar si está borracho amigo mío, puede tener un accidente ahí arriba -dijo el cantinero sonriendo-. El sujeto plegó sus alas y decidió caminar hasta su hogar, después de todo debía recorrer solo un par de cuadras.

jueves, 2 de septiembre de 2010

La historia de la abeja malhumorada

Joven que se siente terriblemente mal busca un columpio para sentir que su cuerpo cuelga de algún lugar, cuando algo inestable lo sostiene tiene la capacidad de dejar el malestar atrás. Desde el mágico bienestar que le proporciona el columpio ve a una abeja que ataca insistentemente su mano, él no siente cuando el aguijón penetra en su piel, algo raro está pasando. La abeja sigue dando puntadas con su abdomen, ya van más de diez veces; él sigue sin sentir dolor, la abeja sigue con el aguijón intacto.
El hilo que dibuja un nombre está adherido a su piel, las puntadas son profundas y se entrelazan en una curiosa trama. La abeja muere mientras cava su tumba en el dorso de la mano de su huésped. El nombre es…