miércoles, 15 de septiembre de 2010

El refinamiento del ocio.

En la barra había un par de tipos, uno de ellos estaba totalmente ébrio y dormía, el otro conversaba animadamente con el cantinero. Sírveme otro -dijo- mientras se levantaba y se dirigía al baño, allí notó que la chaqueta le incomodaba y decidió quitársela. De vuelta en la barra apuró el contenido del vaso, el licor ya estaba adormeciendo sus dedos, sus ideas se movían empantanadas en su cabeza y una risa ligera se había acomodado en su rostro. Sintió un malestar en el cuerpo, su torso parecía estar muy caliente y le incomodaba, decidió quitarse la camisa azul claro que lo cubría del frío que comenzaba a sentirse a esas horas de la madrugada. Dos tragos más y las alas estaban totalmente extendidas, calientes y preparadas para el vuelo. Me voy amigo, nos vemos -dijo el ébrio alado que comenzaba a cruzar las puertas del bar-. No puede volar si está borracho amigo mío, puede tener un accidente ahí arriba -dijo el cantinero sonriendo-. El sujeto plegó sus alas y decidió caminar hasta su hogar, después de todo debía recorrer solo un par de cuadras.

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