domingo, 22 de agosto de 2010

Me enamoré de un maniquí con ropas de mujer.

El pecho duro, rígido, ambos lados se delineaban en curvas sobrenaturales, se elevaban iguales con la anormal forma de la perfección, fríos y orgullosos, apuntando al frente, desafiando mi mirada pervertida que se perdía en el plástico de ese pecho con las medidas perfectas. El vientre plano, no había ombligo; sin nacimiento, sin un primer despertar ¡para ella no existe la vida!. No pude evitar seguir con la vista esa forma perfecta, no había nada más ahí abajo, solo la insinuación de un par de hendiduras que se juntaban en una a medida que las piernas comenzaban a delinearse, sin vellos ni marcas.
Con una vaga sensación de haber perdido mi sentido común, me lancé a los brazos rígidos de aquella cosa perfecta. Los guardias de la tienda ya habían advertido mi interés en el maniquí y no tardaron en detener mi salto desesperado hacia la mujer perfecta que había frente a mí. El sentido común lo es todo en estos días, el sentido te hace amar la perfección de un maniquí y lo común te impide obtener ese cuerpo perfecto del cual de enamoraste.

viernes, 6 de agosto de 2010

¿Quién te dijo que odiar estaba mal?

El odio puede conducir vertiginosamente a la tragedia, él lo sabía y utilizó ese impulso para llevar a cabo su venganza.

Todos estos planes requieren de cierta concentración, planear cada paso y actuar de acuerdo a ellos implica que debes ser ordenado, también te servirá padecer de algún rasgo maniaco. Las cosas tienden a salirse de control, por lo tanto a cada paso tienes que idear una ruta alternativa; el plan “b” jamás será innecesario. A menudo las personas que hay a tu alrededor dicen que el odio no es algo natural -“vive y deja vivir”-, que aquel odio que salpicas por el mundo se devolverá algún día ¡¿has dejado de lado tu odio por miedo?!, aquel que ha sentido verdadero odio no lo abandona tan facilmente. El tiempo es lo de menos: si nunca olvidas, tienes la eternidad para hacer sufrir a las personas. Con frecuencia saldrás herido -fisica y psicologicamente-, si fuiste tan lejos como para merecerte ese golpe ¡ahora no te arrepientas!, si lo haces no tienes derecho a sentir el impulso del odio nunca más.

¿Has escogido el camino de la bondad? ¿elegiste no odiar jamás?… vete a acariciar borrachos y sé bueno con todas las personas, no solo con los privilegiados que “te caen bien”.