Con un
paso en falso mi rostro va a dar cerca de la taza del baño, de rodillas el olor
ácido del vómito llega a mi nariz, me levanto y una arcada alcanza a deformar
mi rostro. Me bajo los pantalones tratando de no dejarlos caer al piso y bajo
mis bragas, tengo prisa. Me equilibro
cerca de la taza, me da asco que mis piernas toquen algo que ha estado en
contacto con otras miles de piernas -piernas
de señoritas con urgencias urinarias. Largo el chorro rápido, con mi trasero
lejos de la taza, acabo. Busco en mis bolsillos algo para limpiarme, solo
encuentro un pequeño rectángulo rojo con un rostro apático, bueno -me dije-,
después de todo es papel.
jueves, 17 de noviembre de 2011
martes, 15 de noviembre de 2011
*** [Segunda parte]
Nicolás, un nombre
absurdo para un ser imposible, ya es extraño que esté vivo, aún, tras escapar
de mi hogar y enfrentarme al mundo exterior desnudo y deforme. Mi padre no
quiere saber nada de mí, me envía dinero y una carta con unas cuantas palabras
que jamás cambian «No regreses, no quiero verte jamás», supongo que me envía
dinero porque así no tengo excusas para volver a casa, para volver y colgarme
de los cálidos brazos de Ana. No le culpo, hace lo que le dicta su humanidad.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)