Nicolás, un nombre
absurdo para un ser imposible, ya es extraño que esté vivo, aún, tras escapar
de mi hogar y enfrentarme al mundo exterior desnudo y deforme. Mi padre no
quiere saber nada de mí, me envía dinero y una carta con unas cuantas palabras
que jamás cambian «No regreses, no quiero verte jamás», supongo que me envía
dinero porque así no tengo excusas para volver a casa, para volver y colgarme
de los cálidos brazos de Ana. No le culpo, hace lo que le dicta su humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario