martes, 15 de noviembre de 2011

*** [Segunda parte]


Nicolás, un nombre absurdo para un ser imposible, ya es extraño que esté vivo, aún, tras escapar de mi hogar y enfrentarme al mundo exterior desnudo y deforme. Mi padre no quiere saber nada de mí, me envía dinero y una carta con unas cuantas palabras que jamás cambian «No regreses, no quiero verte jamás», supongo que me envía dinero porque así no tengo excusas para volver a casa, para volver y colgarme de los cálidos brazos de Ana. No le culpo, hace lo que le dicta su humanidad.

No hay comentarios: