lunes, 25 de mayo de 2009

El caso del suicida pasivo.

Llevaba algún tiempo sin verlo, coincidimos en un bus que iba directo a La Serena. Conversando de asuntos de la vida, llegamos al tema inevitable para ambos: filosofía de vida, y es que en aquellas tardes lejanas compartíamos la idea de elegir el día de nuestra muerte, un suicidio en una etapa plena de nuestras vidas, acabar con todo a nuestro modo, un espectáculo apoteósico y esos detalles. Me moví con precaución a través de la conversación, nunca se sabe si después de cuatro años la gente piensa del modo radical de otrora. Unos minutos de silencio, miró fijamente a mis ojos y se acomodó en el asiento para relatar su nueva "filosofía de vida".

- En aquellos días, cuando deseaba suicidarme según el plan, estaba equivocado. No pensé en las implicancias de mi decisión, ni en los obstáculos que tendría que sortear. A medida que pasaban los días me preguntaba qué detalle escapaba de mis planes, con los años comprendí que el hecho de provocar la muerte iba en contra del plan en si, es algo complicado de explicar. El asunto es que ahora me considero un suicida pasivo y vivo de acuerdo a esa filosofía.

- ¿Suicida pasivo?.

- Tal como se oye, por qué pegarse un tiro cuando un automóvil puede hacer algo mucho mejor. Tiro del gatillo y ya está, pero bajo las ruedas del vehículo tu cuerpo quedará un buen tiempo tendido sobre el pavimento ¡todo un espectáculo!. No lo provocas, lo propicias. Sin culpas ni embrollos familiares, discusiones sobre la valentía o cobardía del acto de suicidarse.

- Entiendo.

- Cruzas la calle y, en cualquier momento, un día excelente o una semana horrenda, sin planearlo ¡zas! muerto.

Estaba desbordando energía, casi gritaba cada palabra que pronunciaba. Podía escuchar su respiración dura acompañando a sus manos que trazaban caminos erráticos en el aire entre nosotros. No me asusté, simplemente pensé que allí estaba la solución, tan simple como "No lo provoques, favorécelo".

A la semana me enteré de la colisión frontal de un automóvil usado con uno último modelo, mi amigo iba en el usado. Me pregunto si pensó en la posibilidad de quedar muerto para el mundo, pero fisiológicamente vivo.
Le hablo cada semana a su cuerpo, lo último que le comuniqué fue mi decisión de seguir su filosofía de "suicidio pasivo", pero con un ligero cambio: asegurarme de morir en la colisión
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lunes, 18 de mayo de 2009

Joven trastornado relata obsesión.

Miraba por la ventana de lo que es mi espacio, no temo decir que mi espacio es pequeño y oscuro. La ventana está algo mal hecha, medio cuadrada y un poco ovalada del lado izquierdo, con algunas maderas atravesadas que le dan un toque descuidado. Mi ventana tiene los vidrios verdes, empañados. Mi ventana da a un paisaje algo gris, con sucios tonos violetas. Algunos alocados tramos de cortina se agitan cuando el viento es demasiado fuerte, yo dejo que el aire agite mis sentidos.

No sentía muchas cosas, no estaba muy preparado para enfrentarse a la gente que a diario le hablaba. Miraba por su ventana y sentía que cada latido de su corazón le destrozaba el pecho.

No quería volver a mirar por esa ventana.
Llegaba la hora y él no quería llegar tarde.