domingo, 14 de diciembre de 2008

El mal de Saturno y el sueño maldito.

Padezco del mal de Saturno, supongo.
Conozco a gente en los sueños, aprendo de aquellas visiones borrosas y en grises que me regalan los sueños.
Un gato de dos cabezas, una a cada extremo de su cuerpo: lo único que se me paso por la mente en ese momento "¿este animal no caga?, que buena". De ahí conocí a a un grupo bastante animado de personas que iban directo a mi casa, sin razón aparente. Había un tipo rubio que tenía mi número de celular, me hizo una llamada, sabía mi nombre ¿de donde había conseguido mi número si nunca lo había visto en mi vida? ¡oh! si lo vi, cuando salía de un local en donde venden papas fritas, cuando cruzamos las miradas, mi número de celular (con mi nombre incluido) se pegó a su mente, de inmediato lo anotó y allí está la explicación de nuestro curioso encuentro. Entraron a mi casa, mi madre preparó comida, ya no recuerdo lo que había en aquellos platos. ¿Por qué entonces tenía el cuerpo extendido sobre el suelo, apenas pudiendo abrir los ojos, tratando de mirar un techo extraño y a una figura que parecía susurrar?, por unos segundos pensé un una abducción (si, de esas de extraterrestre), pero después pensé que nada ni nadie podía fijarse en mi ¿por qué razón me abducirían entonces?. Todo se aclaró, el personaje borroso solo era una mancha que aparecía en mis ojos, estaba solo.
Así podría matarme cuando mi cuerpo rígido comence a reaccionar.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Descubriendo al alienígena encubierto [Parte I]

No me gustan los laboratorios, siempre tienen un aire enrarecido, siempre hay artículos desaseados, siempre hay algo que los hace espeluznantes. Ahí comenzó la aventura esta vez, entré y para ponerme a la altura de la situación, puse sobre mis hombros un delantal blanco. No había nada interesante allí dentro, excepto la presencia de otros desaliñados en busca de una historia para recordar. Una de esas personas, de rostro despreocupado, señaló mi cabello.

-¿Quieres que te haga unos rastas?.
-No, no me gustan.
-Es que tienes el pelo bakán.

No tenía idea de que otros seres humanos podían fijarse en mi o en mi cabello, de repente mi presencia no pasaba tan desapercibida, había que aprovecharlo.

-¿Qué haces?.
-Estoy tratando de descubrir al alienígena infiltrado.

Después de esa "brillante" frase, me quedé feliz de poder decir lo que tenía en la mente en ese preciso instante.

[Continuará].