sábado, 9 de octubre de 2010

Mi almohada vomita mis sueños

Cuando las noches de luna llena permiten que la luz reflejada sea equivalente a “demasiada”, duermo con las cortinas de la ventana de mi habitación abiertas. Mi cabeza recibe los rayos de luna como una antena abierta a cualquier tipo de señal, augurando el desenlace de mis sueños. El gato lleva corbatín, pechera y faja, además de una elegantes botas blancas que le sientan perfectas a su traje; el gato debe asegurarse de que las cortinas permanezcan abiertas durante toda la noche, además de vigilar que el durmiente no sea tragado por la almohada, motivo por el cual lleva una pequeña daga que utilizará sin vacilar. La noche comienza y no es difícil caer en un profundo sueño. El gato empieza su turno de vigilancia y sus pupilas están dilatadas al máximo, sus orejas se mueven en direcciones contrarias analizando cualquier ruido que provenga desde la almohada del durmiente, ninguna interpretación es errónea, todos los sonidos deben tomarse en cuenta. El durmiente cae en trance, el gato permanece erguido, la almohada está tranquila.

Pasada la medianoche el gato salta sobre la almohada y es que ha intentado abrirse, ha intentado saborear la cabeza del durmiente. El gato saca su pequeña daga mientras el durmiente balbucea. La almohada consigue descoser aún más su enorme hocico, ya es suficiente para arrancar de un mordisco la cabeza del durmiente, incluso aparecen unos dientes afilados que facilitarán el trabajo. El gato está desesperado, no puede controlar la situación. El durmiente sigue susurrando: lily lily.

La cabeza del durmiente está dentro de la almohada, el gato decide recurrir a sus últimas fuerzas para cumplir con su deber. La daga atraviesa la blanda lengua de la almohada, algunos hilos salen disparados hacia la pared. El durmiente grita porque la almohada escupe su cabeza regalándole la última imagen de su maravilloso sueño. En la próxima luna llena, el gato estará mejor preparado.

3 comentarios:

Virgilio dijo...

Al comienzo de unos de los libros de Lewis Carroll dice: “Desde luego hay una cosa de la que estamos bien seguros y es que el gatito blanco no tuvo absolutamente nada que ver con todo este enredo… fue enteramente culpa del gatito negro”.
Siempre el gato ha sido símbolo de misterio, tal como el tiempo, “Los chinos ven la hora en los ojos del gato. Sí; veo en ellos la hora. ¡Es la eternidad!” decía Baudelaire. Y como no recordar al titán de Borges cuando hablaba de estos felinos: "Es eterno, pues para él, el tiempo no existe" ¿Y dónde se presenta mejor el misterio, aparte que en el extraño animal que es el Gato? ¿En la Luna llena? ¿En la medianoche? El texto como realidad mucho más misteriosa que el sueño ¡EL MISTERIO DE LA REALIDAD!, ya que por ejemplo en este texto hace alusión al sueño del durmiente que es el de los lirios, y no es tomado mucho en cuenta. Pero si lo tomamos forma la conexión de las imágenes o escena. “Afuera, profundo y adentro” Afuera la Luna blanca. En Profundo los lirios blancos. Y adentro la almohada que si o si es de color blanco. Lily lily como los dientes afilados de la almohada. ¿Qué es más Ensueño? ¿El sueño o la realidad?
Para finalizar dejare esta parte del texto que es muy instructiva, y creo que sirve mucho para el mismo contenido:
“Ninguna interpretación es errónea, todos los sonidos deben tomarse en cuenta. El durmiente cae en trance, el gato permanece erguido”

Pía Ahumada dijo...

Estimado Virgilio, como no posee blog le respondo por medio del mío -espero lea este comentario-.
Agudas observaciones, me siento halagado de recibir comentarios "de peso", así puedo progresar en mi camino como bloguero, espero no deje de darse un tiempo para comentar pues sus mensajes -sean acotaciones o críticas- me desafían a utilizar muchos más recursos y me encanta adquirir "técnica". Nos leemos.
PD: a propósito de los lirios, éstos pueden ser los dientes, pero sería más adecuado utilizar otra flor -una orquidea, por ejemplo- ¿se le ocurre la razón de escoger esta flor y no otra?.

Virgilio dijo...

Buena observación Dante, como decía Leopoldo María Panero:

"Madre e hijo se ofrecen sus dos ramos
de lirios blancos y orquídeas, y en la boca
llevan ya el beso para desposarlo"