¿Palmera? ¿palmera qué? un gran pene eyaculando, calle desierta,
esperando colectivo a lugares más excitantes. Una tetita, un culito prieto,
pantalones pitillo, a la cadera o de tiro largo, da igual, a veces, da lo
mismo, casi siempre, me calienta. Bajo mis pantalones y acaricio los pendejos
de mi entrepierna, simulo un peine con los dedos ligeramente separados, con
ambas manos les doy formas, aunque cuesta bastante alisar rígidos pelillos
rizados, no lo sabrán las crespas y sus motas ensortijadas, no lo sabré yo que
he chupado pencas y chochos, leche y coños. ¡Ah! dejo mi torso desnudo,
subiendo mis ropas hasta el cuello, me gusta sostenerlas con la barbilla y
dejarlo caer todo con el orgasmo, todo se mancha y la brisa refrescante que
provoca mi ropa me provoca un cosquilleo sublime, gemidos frente al espejo y un
bostezo, ya me esperan en la cama y debo regresar a mojar mis dedos con jugos
marinos. Me dejo caer, me esperan, ya no sé si una o dos, no tengo idea si es
una rajita húmeda o un trozo de piel sobrante que se recoge con deseo. Palmadas
en el culo, de lado derecho, de lado izquierdo, nalgas a dos manos y fantasmas
que salen disparados a la pared del cuarto ¡me cago en dios! la pared sucia por
décima vez o algo así, se seca y cuesta quitarlo, incluso de la ropa, fuck. ¿Te
manchó? –escucho
que sale de una boca que debería estar chupando–, le aviento con una feroz
cachetada, se cae de la cama y no vuelvo a saber de ella, estúpida perra. Sobre
la cama, me quedo con el sujeto de la tranca, intenta desesperado pararse el
chisme, no parece resultar, le doy una patada en los huevos. Pellizco mis
muslos, se me quita el calentón y salgo a medio vestir, pasillo a la derecha,
escaleras abajo, un callejón. ¿Qué pito? me chupo un pequeño pene blanco y deforme,
una y otra vez, eyacula humo en mi boca, le abandono cuando comienza a menguar,
me quemo los dedos, puta madre. Me tambaleo, eso sube rápido. Luces
destellantes, apoyo una mano sobre la pared, le sigue el peso de mi cuerpo, me
rasco el culo, no me dejan las ladillas, jodidas perspicaces, ir a esconderse
detrás. Salto, náusea, caída, tengo que mear. A casa, no recuerdo la calle, no
recuerdo el número, no recuerdo si allí vivo. Me lanzo por la ventana,
afortunadamente hay una cama y una teta, soplo con fuerza, la mujer despierta y
corre a encender la luz. ¿Apareciste?. No imbécil, es una perfecta copia de mí,
hecha de semen, pendejos y ladillas.
Dormito y quiero chuparte la concha.
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