lunes, 5 de diciembre de 2011

La teoría del viaje zigzagueante

Hablaba cierta vez con un tipo, un tipo común y corriente, con pantalones ajustados y esa actitud de saber el porqué pasan todas las cosas, vientre abultado –demasiado tiempo leyendo decía él, demasiado tiempo rascándose los sobacos decía yo–; siempre parecía pensar, era la eterna reflexión interna poco coordinada con las funciones motoras básicas (una mirada al cielo, preguntándose si los marcianos tendrían sus propias enfermedades sexuales marcianas y se le arrancaba un pedo bastante sonoro que intentaba “cubrir” dando unos pasos adelante). La cuestión era que, aunque tenía todas las respuestas estaba constantemente dificultando mis decisiones con sus dudas acerca de todo lo que hacía, me enfermaba cuando me preguntaba por qué no tomaba provecho de esto o de aquello, que era mi deber sacar ventaja del engaño y la mentira… realmente era agotador tener una conversación con él. Seguí caminando sin hacer mucho caso de nada, los satélites estaban activados ese hermoso e inusual día de octubre. El tipo preguntaba y lo único que yo podía escuchar (de sus labios brillantes y perfectamente cuidados) era un murmullo insoportable; me detuve, giré hasta quedar de frente a él y le dije, apenas moviendo mis labios, que los satélites sabían lo que nosotros estábamos pensando, que le fulminarían apenas se le ocurriera algo indebido o, incluso, aunque él solamente pensara que tenía la certeza de que pensaba algo indebido; la muerte estaba aseguraba. ¿Satélites? ¡por el amor de Dios! pero qué dices –soltó él como reprochando algo sin importancia, debía de tener muchos cojones porque el jodido satélite estaba sobre nuestras cabezas. Vete de aquí –le dije haciendo un pequeño ademán con la mano derecha–, solo pensaba que si él no me hacía caso me vería obligado a poner en práctica la T.V.Z. (la teoría del viaje zigzagueante), no es una técnica depurada, no está lista ¡maldita sea!. El tipo retrocedió algunos pasos, quizás mi rostro no era tan tranquilizador, quizás sabía algo de la T.V.Z. y los satélites leerían mi plan de escape a través de su mente. TVZ: recorrer unas cuadras cambiando de dirección al finalizar alguna de ellas, de esquina a esquina siguiendo un patrón oblicuo a través de la ciudad, una esquina luego a la izquierda, luego de frente y de nuevo a la izquierda.¡Paf! el sujeto se desplomó cuando yo estaba cambiando de dirección justo a una cuadra de distancia de él, la T.V.Z. había sido descubierta, el próximo blanco sería yo con mis delirantes ideas sobre viajes zigzagueantes. [A,1] caminé rápido, sin mirar al sujeto que aún se retorcía humeando. [B,1] un gota de sudor recorrió mi frente, saló la comisura de mi labio. [B,2] miré arriba y allí estaba, seguía sobre mi cabeza. [C,2] la soledad de aquella calle me permitió apurar el paso. [C,3] me sentí cansado, inspiré profundo, solté el aire tan rápido que mis pulmones quisieron manifestarse por el esfuerzo y una punzada del lado izquierdo me distrajo dos segundos. [D,3] rayo, rayo mortal a pocos centímetros de mi pie derecho ¡ay! mi pie está muy caliente, probablemente quemado. [D,4] no podía permitir que me alcanzara, mi teoría no era perfecta, pero la había estudiado bien. [E,4] el satélite no está arriba, luego del séptimo cambio de dirección en mi trayectoria ¡el satélite desaparece! mi vida está a salvo, tengo cautela al seguir mi camino zigzagueante, otro satélite puede aparecer. 

[A modo de editorial en Revista Literaria Escarnio N°23 / Octubre 2011]

No hay comentarios: