lunes, 16 de julio de 2012

Puedo escuchar la lluvia híbrida III

Amor, despertaste malherido. Las costillas marcadas, la respiración agitada. Fumaste, mirabas a todos, pedías explicaciones. Las nubes estáticas, el cielo moviéndose, caminando sobre nuestras mareadas cabezas, la luna. No podía explicarme la lejanía, siempre observando, no me mostrabas tus ojos tristes. "Casi me muero" "no te importa"... Mis ojos debían estar en algún otro lugar, mi nariz estaba saturada de olores nuevos, frescos sabores de otro mundo en una nave estrellada; varada en la tierra. El extraterrestre ponía los ojos sobre mí, me preguntaba el significado del manuscrito, me servía el brebaje místico. El cielo, vómito abundante, violáceo. Mañana, desapariciones misteriosas, vieron peces, agua, luz. Mis manos frías, siempre.

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