3.- Extrañamos tiempos peores
Las cosas serían como antes, tal
cual, cooperación, movimiento, literatura salvaje, disturbios. Hace mucho, hace
más tiempo del que puedo recordar con detalles, las personas salían a tocar sus
guitarras para cantar en contra de lo que pasaba en sus calles, pero eso fue
hace mucho.
Mientras
sucedía, veías a diario personas asustadas, encerradas en sus casas.
Apariciones fugaces de activistas, pequeñas marchas, insolentes protestas, personas
enojadas. Nos metieron en la cabeza que nuestros vecinos, extranjeros y
allegados eran espías, “sapos”, jodidos agentes infiltrados; la confianza se
fue al infierno, sin embargo, donde desaparece la fe, aparecen gestos
preciosos. ¿Por qué extrañas esos tiempos de terror? le preguntaron, le
pregunté «ahí, en ese mal momento, la cultura se fue a las nubes, se recogía y
estallaba por todos lados, en las calles, en las personas, no menospreciabas al
que tocaba una guitarra vieja a tu lado, no juzgabas al que leía poesía de una
servilleta arrugada, no maldecías a los jóvenes que se atrevían a seguir con la
vista y los pies las explosiones de arte.
No los veías en el centro de la ciudad, los escuchabas gritar en la
periferia, en medio de la pobreza y la persecución.» Le miro sorprendido y le
digo: ahora es mejor, puedes hacer lo que te venga en gana y nadie negará tu
derecho de hacerlo. «No, ahora existe la envidia. Cada pequeño faro de arte de
ese entonces, hoy se ha apagado, no son capaces de encontrarse entre ellos, de
juntar sus fuerzas y hacerlas extraordinarias. Se conforman con beber el fin de
semana, con fumar yerba y un sueldo mínimo para mantener a familias que se
encargaron de encadenar a éstos creadores inconformes que se desarrollaron en
los tiempos del terror.» Me horrorizo y vuelvo a preguntar: ¿me dice que ahora,
después de muchos años, es más importante la competencia, la fama, un escenario
con micrófono? «En ese entonces no nos interesaba más que gritar, hacer,
caminar para llegar a escuchar a otros artistas, ayudarlos. Me gustaría que
volvieran a perseguirnos, a asustarnos, así el arte y cada uno de nosotros
sería más importante; estaríamos “cagaos” de miedo, pero seríamos artistas.»
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