miércoles, 25 de marzo de 2015

Cuentos que no quieres escuchar / Mitos Subliterarios III



3.- Extrañamos tiempos peores

            Las cosas serían como antes, tal cual, cooperación, movimiento, literatura salvaje, disturbios. Hace mucho, hace más tiempo del que puedo recordar con detalles, las personas salían a tocar sus guitarras para cantar en contra de lo que pasaba en sus calles, pero eso fue hace mucho.
Mientras sucedía, veías a diario personas asustadas, encerradas en sus casas. Apariciones fugaces de activistas, pequeñas marchas, insolentes protestas, personas enojadas. Nos metieron en la cabeza que nuestros vecinos, extranjeros y allegados eran espías, “sapos”, jodidos agentes infiltrados; la confianza se fue al infierno, sin embargo, donde desaparece la fe, aparecen gestos preciosos. ¿Por qué extrañas esos tiempos de terror? le preguntaron, le pregunté «ahí, en ese mal momento, la cultura se fue a las nubes, se recogía y estallaba por todos lados, en las calles, en las personas, no menospreciabas al que tocaba una guitarra vieja a tu lado, no juzgabas al que leía poesía de una servilleta arrugada, no maldecías a los jóvenes que se atrevían a seguir con la vista y los pies las explosiones de arte.    No los veías en el centro de la ciudad, los escuchabas gritar en la periferia, en medio de la pobreza y la persecución.» Le miro sorprendido y le digo: ahora es mejor, puedes hacer lo que te venga en gana y nadie negará tu derecho de hacerlo. «No, ahora existe la envidia. Cada pequeño faro de arte de ese entonces, hoy se ha apagado, no son capaces de encontrarse entre ellos, de juntar sus fuerzas y hacerlas extraordinarias. Se conforman con beber el fin de semana, con fumar yerba y un sueldo mínimo para mantener a familias que se encargaron de encadenar a éstos creadores inconformes que se desarrollaron en los tiempos del terror.» Me horrorizo y vuelvo a preguntar: ¿me dice que ahora, después de muchos años, es más importante la competencia, la fama, un escenario con micrófono? «En ese entonces no nos interesaba más que gritar, hacer, caminar para llegar a escuchar a otros artistas, ayudarlos. Me gustaría que volvieran a perseguirnos, a asustarnos, así el arte y cada uno de nosotros sería más importante; estaríamos “cagaos” de miedo, pero seríamos artistas.»

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