jueves, 22 de julio de 2010

50 ¿Lucky number?

Llegó la entrada número 50 y estas cosas pasan sólo una vez, como la primera cogorza, el primer orgasmo literario, el primer rechazo luego de intentar forzar a alguien... ¡qué cosas aquellas! ¡qué jodidos recuerdos!.

Comencé a escribir porque sí, sin pretender cambiar algo, sin aspirar a tener lectores, sin esperanzas ni metas ¿qué puede ser más deprimente que comenzar algo porque te despertaste transpirando y pensando que podías ordeñar inspiración de esa situación?... los abandonos, los golpes, las mordidas y la sangre mezclada con humo de cigarrillos deja una profunda marca que debes retransmitir al mundo, y no es que creas que al mundo le importa, es precisamente porque no le importas a nadie que todo esto resulta inusualmente atractivo. Escribir porque se tiene un deseo de ser alguien -gracias al oficio- es una fantasía, un cuento que siguen creyendo algunos ilusos del mundo ¿qué cambias sentándote a escribir sobre las maravillosas cosas que te entrega la vida? ¿qué cambias cuando escribes? ¿qué acción llevas a cabo cuando escribes?.
Escribir y sentir que eres importante ¡patrañas!, escribir y decirle al mundo que eres importante por eso ¡bah!, y qué decir de creerte el cuento ¡prepárate que mientras más alto creas estar, más te jodes al caer!.

Suerte por el 50, cincuenta tragos directo a la garganta, mil palabras que se revuelven cuando estás ébrio y todo sigue allí, como la primera vez.

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