domingo, 2 de noviembre de 2014

Colectivo del perrerío

Me han golpeado con perros muertos 
Soy el temeroso cáncer arrinconado 
                                   por el radio-zurdo

Tengo miedo ciervos-monstruos 
Padezco del síndrome literario 
Y he muerto cien veces 
en el corto lapso de dos semanas. 

                                                     Cesare D´amico

Me dictaba y dictaba la cabeza, sentía miedo de confrontar el odio de todos, de los que conocí y abusaron, de los que desconozco y temo. Quizás debimos dejar que pasaran sobre nosotros, ahora no seríamos culpables de la censura (la que las víctimas procuraron para sí). Supongo que pudimos publicar sin erratas y con lujos aquella carta que guardó el jodido anciano; debimos dejarla ahí, olvidada. Debí cuidar mi salud mental durmiendo más, preocupándome menos; no olvidar que si enfermo, el mástil se va a pique, desaparece lo que queda del madero podrido. Podría decir “jódanse”, lo haré mil veces, en mi cabeza, mientras fumo rogando porque no se acerquen. El desprecio, todo ese odio, la memoria del hastío en sus rostros tensos. Hasta el que ayudamos, todos perdidos en la circunvolución de un gusanillo de mezcal. Siento que el cansancio cobrará algo de mí, siento que caeré con miedo, aterrorizada por lo que supongo e intuyo como real. Me miran como si necesitara alivio, como si pudieran desear para mí algo, algo sin cobrármelo. Seguiremos siendo imbéciles, todos, porque nacimos pensando que éramos libres por pretender ser artistas, por pasarnos la vida pensando que hacíamos algo; me incluyo, peco de estupidez, cometo errores y dejo que abusen porque creí que había algo en mis manos, ahora me golpean con perros muertos, los mismos perros que creí mis pares.

[13/febrero - Publicado en Revista Escarnio N°43]

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