lunes, 31 de agosto de 2009

El sol, el error y la revelación.

Esta vez miraba al horizonte con un rostro más triste de lo normal. Nuevamente estaba solo. La gente soporta a mi lado muy poco tiempo. El sol no teminaba de ocultarse, estaba medio sumergido en las tranquilas aguas y parecía burlarse de mi tristeza. Un par de minutos concentrado en la nada y me sentía, otra vez, despreciable.
- ¿Sabes?, a los papás no hay que corregirles, nunca les digas que están equivocados o que cometieron algún error. Pasa mucho que nuestra generación tiene más "estudios" que la generación de nuestros padres, pero digan lo que digan, nunca les hagas saber que se equivocan, ya tendrás una familia propia a la cual podrás corregir cuanto quieras.
- No lo sabía, pero ahora que lo dices me habría ahorrado muchos problemas manteniendo mi boca cerrada.
No estaba tan solo como supuse, siempre a la vuelta de la esquina hay alguien que desea verte y pasar un rato contigo. Cuando la gente no acude a tus llamados, es porque estás llamando a la persona equivocada. No te preocupes, las cosas pasan rápido.
Naaaaa, se me cruzaron un par de cables, pero estoy bien, ahora ya estoy mejor.

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