Vistas a 10 años del presente
000.- Al principio, los
primeros días, ver directamente el portal −a través de él− significaba un dolor
de cabeza que dividía mis pensamientos. Iba al baño, buscaba el espejo y lo
único que destacaba era el penoso color rojo rodeando mis pupilas; estuve días
intentando ver algo a través del portal y regresando a mirar en el espejo, las
pequeñas sesiones experimentales servían para enfermar y caer en cama, con los
ojos irritados, la cabeza caliente en divagaciones. ¿Cómo hacer nítidas las
imágenes? ¿Cómo trabajar en aquello que me enloquecía y enfermaba día a día?
003.- Pasadas las
primeras experiencias fallidas y luego de observar pequeños derrames que se
empujaban unos con otros en mis ojos, soportaba más tiempo mirando el portal,
no me dañaba tanto la exposición al aparato, podía pasar horas ajustando las
frecuencias y, por fin, pude ver lo que estaba buscando.
027.- Algo… una figura
peluda hurgando entre malezas altas ¿un gato?... pedirle color al portal era imposible,
las imágenes del pasado se difuminan en el tiempo, como una pintura que ha sido
sometida al polvo y al olvido. Sabía bien lo que estaba mirando, algo que nadie
podía presumir haber visto, algo fascinante desarrollándose en el pasado, diez
años atrás, el pasado de algo que adoramos y que quisiéramos ver siempre, a
cada momento. ¿Por qué tantas figuras peludas paseando en un mismo lugar?
099.- Decidí acabar con
el experimento, de nada servía ver un montón de gatos jugueteando día a día,
nada más pasaba, ni un ser humano caminando entre ellos. Este terreno debió
estar abandonado hace 10 años, nada interesante que ver. Pasé el día haciendo
las últimas notas sobre lo que me permitía ver el portal; por primera vez en meses algo nuevo pasaba. Las imágenes de los
gatos se acercaron a la pantalla del portal… no, no podían ver el portal, no
según las bases que yo utilizaba para verlos… a menos que… ¡lo que veo no es el
pasado!
Sintió que algo se
aproximaba, apenas podía distinguir imágenes de su realidad, sus ojos estaban
al borde del colapso hemorrágico. Gatos saltando a su espalda, evitando que
pudiera guardar el equilibrio. Su cabeza acabó dentro del portal.
Instantáneamente, en la calle principal de la ciudad en que vivía, aparecía una
cabeza cercenada dentro de un camión estacionado. El horror de su descubrimiento
dio paso a la fascinación por aquella cabeza holográfica, proyectada desde el
pasado. A los gatos les encantaba jugar a traspasarla, por un instante sus
sentidos vivían en dos instantes temporales distintos, eso les excitaba.
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