sábado, 2 de octubre de 2021

Ella y Ella - Día II

Fue nombrada Ella, como una y eran dos, no una; Ella, una ele por cada una, compartiendo el mismo nombre porque no cabía la posibilidad de estar separadas ni un segundo del día o de la noche. Ella nació como niña, como una sola niña que fue nombrada al minuto de nacer por quienes la recibieron; el nombre que la madre había pensado para ella se olvidó apenas salió y se dejó ver por completo; Ella la nombraron porque la madre olvidó el nombre y no pudo recordarlo y tampoco pensaba que le quedaba el nombre escogido, se quedó con Ella, una ele por cada una de ellas.

Ella miraba a la madre y la madre miraba a Ella y, al segundo, a Ella; una mamando y la otra mirando al lado opuesto, por turno debían compartir la misma teta y ser pacientes, desde recién nacidas Ella y Ella viviendo lo mismo unos minutos una y más tarde la otra, lo mismo, lo mismo, una y otra, una acción y la repetición, primero en Ella y después en Ella. Al año Ella ya emitía sonidos y la voz predominaba en sus modos; Ella, a la vez, movía los dedos de las manos y parecía jugar a tocar un instrumento musical muy pequeño de piezas diminutas: Ella en la voz y Ella tocando un instrumento. Ella -a los dos años- ya cantaba aunque no podía decir palabras completas, mientras Ella juntaba las manos con más ritmo que desatino acompañando a Ella con la voz y acompañando a Ella con sonidos.

A los cinco años Ella cantaba sobre un cajón de té en alguna intersección de calles céntricas, en alguna ciudad que no era la propia; Ella la acompañaba con aplausos y pisadas -a falta de algún instrumento-. Ella sonreía cada vez que alguien les tiraba alguna moneda sobre el cajón, al lado de los pies; Ella también sonreía aunque no tenía sentido que lo hiciera porque solo una sonrisa se veía a la vez y era siempre la de Ella.

A los doce Ella cantaba donde le permitieran estar y Ella donde le permitieran entrar. El escenario, la mayor parte del tiempo, era una mesa acomodada justo en el centro del lugar porque así Ella cantaba y sonreía a la mitad de los presentes, mientras Ella tocaba y sonreía a la otra mitad de los presentes; desde abajo, cómodamente sentados, podían ver a Ella hacer algo espectacular y podían tirar monedas cerca para también pasar otro rato gracioso viendo a Ella agacharse para recoger las monedas y mientras más lejos las tiraban, más graciosa se veía Ella intentando alcanzar las monedas y más disfrutaba el público mirando y lanzando más monedas cada vez más lejos hasta que Ella se perdía más allá de la entrada, de regreso a la calle, intentando recoger lo que las personas tiraban con fuerza como intentando que las monedas alcanzaran la puerta y la sobrepasaran y rodaran calle abajo lejos del lugar; las risas perseguían a Ella calle abajo.

A los quince de Ella, su madre había muerto. Ella recibió una invitación para unirse a una gira y un contrato, con el dinero y el viaje venía un cartel de dos metros de alto con la imagen de Ella a todo color; Ella jamás se había visto retratada en una imagen a color y Ella tampoco se había visto retratada como una mujer atractiva. Ella miraba el cartel que la mostraba y Ella miraba también el cartel, enamorada de su propia imagen en colores, de dos metros y con grandes letras anunciando su presencia.

Ella no alcanzó a subir al escenario en su primera presentación ante un público nuevo en un nuevo continente, ella no alcanzó ni a levantarse aquel día. Ella temía estar respirando mientras su hermana Ella había dejado de respirar; exactamente lo que pasó por unos minutos mientras el rostro de Ella se desfiguraba por el horror de sentir a su hermana muerta a su lado.  

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